Perón renuncia a los cargos de Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión. Se despide de los trabajadores, con un acto improvisado, en la calle Perú 160.
La figura del coronel Juan Domingo Perón crecía. En pocos meses se había convertido en líder de los trabajadores que confiaban en él. Una parte del Ejército no veía esto con buenos ojos y había comenzado a oponerse a sus decisiones.
El 7 de octubre de 1945, el general Ávalos le informa que el nombramiento de Nicolini en Correos y Telecomunicaciones había caído mal en Campo de Mayo.
El 8 de octubre, Perón cita a todos los jefes al Ministerio de Guerra y dice: Señores: ustedes me han impuesto ser ministro de Guerra, me han obligado a aceptar la vicepresidencia, cargando con una enorme responsabilidad frente al país y al Ejército.
De un tiempo a esta parte vengo observando que Campo de Mayo llega hasta el Ministerio con verdaderas imposiciones (…). Primero impusieron el alejamiento del interventor en Buenos Aires, luego impusieron la eliminación de la Subsecretaría de Informaciones y Prensa, y también se realizó. Ahora exigen la renuncia del señor Nicolini, (…). Yo no estoy dispuesto a intervenir para que renuncie, prefiero irme a mi casa”.
Perón escribe su renuncia y a la vez, en hoja aparte, solicita su retiro del Ejército. Entre el 9 y el 10 se suceden dolorosas despedidas, la más notoria es un acto improvisado en la Secretaría de Trabajo que reúne cerca de setenta mil personas y es transmitido por la radio. Los opositores a Perón quieren que sea detenido. A partir de ese momento, se juega la liberación de Perón. Comienza la semana del 17 de octubre.