El 23 de diciembre de 1955 el cuerpo embalsamado de Evita había empezado su peregrinar al ser secuestrado del edificio de la CGT con destino desconocido, en medio de la noche, por un grupo comando del gobierno de facto.
El 23 de abril de 1957, más de un año después, una misión militar secreta lo embarcó rumbo a Italia en el “Conde Biancamano” bajo el nombre falso de María Maggi de Magistris, con el que fue sepultado al mes siguiente, clandestinamente en un cementerio de la ciudad de Milán.
El robo del cuerpo de la tan querida Evita produjo horror entre las persona que la habían amado en vida y la incógnita de su destino se extendió por años como una muestra del odio feroz que se había cernido sobre la abanderada de los humildes.