El 24 de agosto de 1948, el gobierno argentino del general Perón envía una delegación presidida por el canciller Atilio Bramuglia a la Asamblea de las Naciones Unidas, en la cual se propone la declaración de los derechos humanos, que proclamará en París, el 10 de diciembre de ese mismo año, “como un ideal común para todos los pueblos y naciones (…) que deben protegerse en el mundo entero”.