A 66 AÑOS DEL FUSILAMIENTO DE LOS PATRIOTAS DE LA REVOLUCIÓN DE VALLE

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Al Pueblo de la Nación:

Como responsables de este Movimiento de Recuperación Nacional, integrado por las Fuerzas Armadas y por la inmensa mayoría del Pueblo – del que provienen y al que sirven-, declaramos solemnemente que no nos guía otro propósito que el de restablecer la soberanía popular, esencia de nuestras instituciones democráticas, y arrancar a la Nación del caos y la anarquía a que ha sido llevada por una minoría despótica encaramada y sostenida por el terror y la violencia en el poder.” (…)


Con estas palabras, en nombre del Movimiento de Recuperación Nacional , el General de División Juan José Valle y el General de División Raúl Tanco,  lanzaron la Proclama  de la revolución del 9 de junio de 1956 que tuvo como trágico saldo el fusilamiento de 31 argentinos, civiles y militares que intentaban restaurar la voluntad democrática que había sido avasallada por un golpe de estado, en septiembre de 1955.

El sábado 9 de junio a las 21.00, de un camión estacionado frente a la Escuela Industrial de Avellaneda, descargan un transmisor. Ahí se instala el Comando Revolucionario desde donde va a lanzar la proclama el general Juan José Valle.

Un grupo de 20 agentes de la Policía los captura y los lleva a la seccional 1º de Avellaneda y desde allí a la Regional Lanús de la Policía de la Provincia.

A las 2 de la mañana del domingo 10, llega un llamado dando orden de que los fusilen.  Al capitán José Miguel Costales lo llevan al patio y ve una silla contra la pared del fondo y policías con ametralladoras. Grita abriéndose la camisa ¡Disparen, cobardes!

Los seis fusilados son: Tte coronel José Albino Irigoyen, Capitán José Miguel Costales, Dante Hipólito Lugo, Clemente Braulio Ros, Norberto Ros y Osvaldo Aveledro

En un departamento en Hipólito Irigoyen 4519, en Florida, se juntan a esperar la proclama (decían que era para escuchar por radio la pelea de Lausse). A las 11, entra un grupo al mando del Coronel Desiderio Fernández Suárez. Se llevan a todos detenidos,  a la Unidad Regional San Martín. Fernández Suárez se va a La Plata y desde allí da la orden de que los fusilen al Jefe de la Brigada, los llevan a José León Suárez, en Avda. Márquez y 9 de Julio. Los bajan, los hacen caminar  y los fusilan. Algunos escapan corriendo o se quedan quietos haciéndose los muertos(Gavino, Livraga, Di Chiano, Garibotti, Giunta, Troxler, Benavides, Díaz). Sobre 12 detenidos, matan cinco: Carlos Lizazo, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti Vicente Rodríguez  y Mario Brion.

En el Regimiento 7, 51 entre 19 y 20. Ametrallan el cuartel. El Tte. Crnel. Cogorno y dos más se escapan en un auto, los detienen y los condenan. A Cogorno el teniente coronel Gilera le ofrece una copa de cognac que él le tira a la cara diciendo Qué podría pensar mi pueblo si un Coronel de la Nación, para enfrentar un pelotón de fusilamiento necesita una copa de cognac”

Los fusilados son: Teniente Coronel Oscar Lorenzo Cogorno, Subteniente de Reserva Alberto Abadie y Ramón Videla. Carlos Irigoyen  y Rolando Zanetta mueren en el tiroteo.

El 9 de junio se reúnen en casa del coronel Rubén Berazay, encargado de dirigir la toma de Campo de Mayo, 40 hombres que harán tres operaciones básicas: el coronel Cortines tomará la Agrupación de Infantería de la Escuela Sargento Cabral; el coronel Ibazeta, la Agrupación Servicios de la 1º División Blindada y Berazay, la Agrupación Escuela. Hay otros grupos de suboficiales que tomarán la Usina para cortar la luz, el regimiento de tanques y otras dependencias. Cortines toma Puerta 2, Ibazetta Puerta 5 y esperan órdenes de Berazay desde Puerta 3.  Berazay, al tener noticias de que los esperan adentro,  para un auto en la ruta y se va a la Embajada de México. El general Lorio, al frente de 5000 hombres, los intima a rendirse dándoles garantías.

Un Consejo de Guerra especial juzga a Cortines, Ibazeta y Noriega, resolviendo Este tribunal ha resuelto no aplicar la pena de muerte” porque los prisioneros habían depuesto las armas antes de anunciarse la Ley Marcial. Cano, Caro,Videla y Pignataro no fueron juzgados. Ossorio Arana notifica que por orden del Ejecutivo deben fusilarlos. Lorio llama a Ossorio Arana para pedir clemencia en nombre de los Oficiales de Campo de Mayo y de los integrantes del Consejo de Guerra. Contesta que el único que puede suspender la orden es el Presidente pero que ya se ha retirado a dormir.

La mujer de Ibazeta va a la casa de Olivos para pedir clemencia a las 2.30 de la mañana y es recibida por Manrique que le dice No se lo puede molestar: el Presidente duerme.

A las 3 de la mañana del 11 de junio, sentados, con manos y pies atados los van a fusilar y Cortines grita: Lo que he hecho lo he hecho por la Patria; ustedes cumplan con la orden que les están dando, es su deber de soldados y yo no les guardo ningún rencor. ¡Viva la Patria! A lo que todos contestaron ¡Viva la Patria!

Los seis asesinados son: Coronel Eduardo Alcibíades Cortines, Capitán Néstor Dardo Cano, Coronel Ricardo Salomón Ibazeta, Capitán Eloy Luis Caro, Teniente Primero Jorge Leopoldo Noriega y Teniente Primero Maestro de Banda Néstor Marcelo Videla

En la Escuela de Mecánica del Ejército, el suboficial Gareca toma el Puesto 1 y el sargento Quiroga, el Puesto 5. Después de varios tiroteos, son apresados. Reúnen un Tribunal que considera que no corresponde juicio marcial porque la ley no se aplica con retroactividad. El general Arandía va a casa de Gobierno, le explica esto a Aramburu quien le contesta que ya se ha decidido fusilarlos. En la madrugada del 11 de junio son llevados contra el paredón del fondo de la Escuela de Mecánica del Ejército. Gareca, que estaba fumando, tiró el cigarrillo y se abrió el sobretodo ofreciendo el pecho a las balas. Los fusilados son cuatro: Suboficial Ernesto gareca, Suboficial Miguel Angel Paolini, Sargento José Miguel Rodríguez y Sargento Hugo Eladio Quiroga.

En el Automovil Club Argentino, Miguel Angel Mauriño  va a tomarlo y lo están esperando hombres de la División Montada de la Policía Federal. Son solo 4 hombres los del grupo revolucionario. Los hieren, los llevan al Hospital Fernández y Mauriño muere el 13 de junio en el Hospital

Un grupo revolucionario va a tomar los Regimientos 1 y el 2 de Palermo. Los esperaban, los detienen y los llevan a la Penitenciaría Nacional de la avenida Las Heras. En la madrugada del 11 de junio caen fusilados: Suboficial Isaura Costa, Sargento Carpintero Luis Pugnetti y el sargento músico Luciano Rojas.

El general Juan José Valle está en un refugio en Avellaneda cuando se entera de los fusilamientos. Va a Villa del Parque a casa de Cortínez, está en un velorio sin muerto y se va a la casa de un amigo, Andrés Gabrielli, en Corrientes 2200, le dice que avise a Casa de Gobierno que pueden ir a buscarlo. A las 4 de la mañana del 12 de junio lo va a detener el Capitán Manrique. A las 2 de la tarde, el general Valle entra a la Penitenciaría. Pasadas las 8 de la noche, llaman a la casa de Valle para avisar que a las 22.00 lo van a fusilar. A su madre, no le avisan; la esposa cae en un estado emocional grave y la hija, Susana, de 18 años es quien va a la Penitenciaría. Allí, Valle la recibe diciéndole “ Susanita, si derramás una sola lágrima no sos digna de llamarte Valle”

Lo confiesa el padre Devoto, le da a Susana su anillo y le entrega unas cartas y se va caminando después de que un oficial de Marina dijo Ya es hora.

A las tres de la mañana la Secretaría de Informaciones de la Presidencia anunció que “Fue ejecutado el ex general Juan José Valle, cabecilla del movimiento terrorista sofocado”. ¡Gloria y honor a los mártires de la Revolución!

Lorenzo Pepe.

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