El 17 de octubre de 1945, ese día glorioso en el que el pueblo rescató a Perón de la prisión, un joven se convirtió en el primer mártir de ese peronismo recién nacido: Darwin Passaponti.
El General, el 20 de diciembre de 1967, desde su exilio en Madrid, le escribió al padre de Darwin, Trento Passaponti, para agradecerle el envío de un libro de su autoría, diciendo:
“Su amabilidad me ha traído el recuerdo de su hijo Darwin Passaponti, nuestro primer peronista, muerto el 17 de octubre de 1945 frente a Crítica y desde aquí me uní al homenaje que el Peronismo, en su tumba, rindió con motivo del aniversario de su fallecimiento y que en esta ocasión rememoro con emoción”.
Trento Passaponti era un farmacéutico santafecino anarquista, escritor y polemista, con varias obras publicadas, que se había casado con una entrerriana, ferviente católica.
El 1º de noviembre de 1927 nació Darwin, que recién a los dos años fue bautizado en Zenón Pereyra, aprovechando la ausencia de Trento por un viaje. La madre y la abuela convencieron al cura del pueblo que accedió sólo si le agregaban “Ángel” como segundo nombre ya que “Darwin” no figuraba en el Santoral. Le decían “Tato”.
Cuando Darwin tuvo seis años, la familia se trasladó a Buenos Aires. Vivían detrás de la farmacia y cuenta Estela Passaponti, la hermana de Darwin, que cursó la primaria en Belgrano y la secundaria en Urquiza, en el Mariano Acosta. Cuando llegó a cuarto año, le dijo al padre que quería ingresar a la escuela naval por lo que se preparaba en la Academia Ferro en donde conoció a su novia: Margarita Harcop.
Darwin Passaponti era un joven inquieto, gran lector, según su hermana, “introspectivo, no era de muchas palabras”. Tenía una vida militante, apasionada, que ocultaba en su casa y por eso tenía duros enfrentamientos con su padre que quería protegerlo. Darwin era delegado de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios y ya, a los 16 años, habían publicado alguno de sus poemas en el periódico “Amanecer”.
El 17 de octubre de 1945 lo encontró al frente de la columna de la agrupación a la que pertenecía, marchando feliz hacia Plaza de Mayo. Allí vieron aparecer a Perón emocionado, escucharon su palabra y, terminado el acto, a la cabeza del grupo, se retiraron.
En el camino se encontró con Tomás Carmelo Díaz que recuerda: “Cuando llego a Avenida de Mayo, tengo una discusión con Darwin Passaponti que era un joven fogoso porque él me dice: vos andá por esta Avenida, por la punta de Diagonal Norte, que nosotros vamos a tomar la punta de la Avenida de Mayo. Era un muchacho moreno, de gran carácter…”
La columna de Darwin Passaponti marchó hacia el edificio del diario Crítica, en Avenida de Mayo 1333 que el día anterior había difamado a Perón. Los muchachos atacaron los vidrios de Crítica y desde la terraza comenzó un tiroteo.
Era la una de la mañana y los estaban esperando armados. A las tres, Darwin Passaponti había recibido un tiro en la cabeza y estaba tendido en la calle, de cara al cielo estrellado.
Fue llevado hasta el Hospital Durand junto con otros heridos pero ya era tarde. La oposición se había cobrado la primera vida, una joven vida de 17 años.
Como un presagio de lo que iba a suceder, el año anterior, Darwin había publicado un poema que decía:
Quise cruzar la vida
con la luz del rayo
que el espacio alumbra,
seguro de no vivir más que un instante,
seguro de no morir debilitado.
Así como el rayo,
corto, breve y soberano.
Ese adolescente luchador fue el primero de tantos que sacrificaron lo más importante que tenían, su vida, en la defensa de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, sólo que ese día, día de fiesta, el 17 de octubre de 1945, él no lo supo.
En nombre de la Comisión Permanente Nacional de Homenaje al Tte. Gral. Juan Domingo Perón y en el mío propio, nuestro sentido recuerdo.