Señores:
Es para mí un placer y un deber el inaugurar este curso sobre política alimentaria organizado por el Ministerio de Salud Pública de la Nación. Un placer, porque me dirijo a hombres de estudio y de trabajo que multiplican sus esfuerzos por lograr el más alto nivel de salud de nuestro pueblo; y un deber porque llegaremos al fin a concretar, por primera vez en la República, las bases de una política alimentaria, problema que durante muchos años me ha preocupado hondamente, como argentino, como militar, y hoy, como gobernante.
Pocos gobiernos de los países más civilizados han dejado de establecer ciertos principios científicos, sociales y económicos, para ordenar y organizar la alimentación de sus respectivos pueblos. Esa fue preocupación muy seria de la Liga de las Naciones, luego de la guerra del 14, y lo es hoy de las Naciones Unidas desde la terminación de la última contienda mundial.
No me extraña, en cambio, que los gobiernos antecesores nuestros no hayan trazado un plan orgánico en esta materia. Y ya veremos en seguida por qué.
Una revolución como la nuestra debe abarcar todos los órdenes de la sociedad, de la Nación, integralmente, para cumplir sus objetivos precisos. Nosotros no podemos conformarnos solamente con que el pueblo viva en paz; queremos que viva bien. Es un deber primordial del gobierno saber qué come el pueblo y preguntamos en seguida si come bien, si come lo suficiente, si su alimento es el que conviene a su organismo físico y a su entidad espiritual, y si llega a todos, hombres, mujeres, niños y ancianos, una alimentación sana, completa, adecuada, racional.
Todos cuantos estamos de continuo atentos a las necesidades del pueblo, mal que nos pese, tenemos que contestar a tales preguntas, con un no rotundo, sin vuelta de hoja, sin temor alguno, porque decir que no en este caso, es afirmar una verdad. Como en tantísimos otros aspectos de la vida argentina, nuestro gobierno se encuentra, a tres años de su vigencia, con que en ochenta años de vida nacional, la República, que ha sufrido toda clase de vicisitudes políticas desquiciadoras de su unidad, y que ha soportado y privilegiado a tantos enajenadores del haber argentino, jamás tuvo la trascendental política que permitiera a sus generaciones usufructuar de las inmensas riquezas de que somos millonarios, como productores de todo lo que necesita y apetece el ser para vivir. Enorme paradoja, que vamos a poner ahora en evidencia para plantear una política alimentaria argentina, como otro jalón del movimiento político, económico y social en que estamos empeñados. Los resultados de una política en la alimentación popular los palparemos de inmediato casi, a pesar de las dificultades que deberán vencerse y que venceremos indudablemente. Y a pesar de las malevolencias que no faltarán, por cierto, y que son como la salsa de nuestra lucha
1. Principios biológicos y sociales de la alimentación: a) El hambre; b) Los factores de la alimentación popular: salarios, educación sanitaria e intermediarios; c) El presupuesto obrero y los alimentos; d) La acción social del gobierno se ha aplicado principalmente a resolver los problemas de la vivienda, del vestido y de la alimentación; e) La subalimentación, el infra consumo y el concepto de alimentos protectores; f) Antes, en nuestro país, la población se alimentaba mejor; g) Quiénes, cómo y cuándo comen bien.
2. Principios económicos de la alimentación: a) Buena distribución con el máximo de utilización; b) Práctica antieconómica y antisocial de destruir alimentos para mantener precios; c) Las dos víctimas: productores y consumidores; d) Readaptación de la agricultura a las necesidades biológicas de la población; e) Falta de coordinación; f) Método de trabajo para orientar la producción nacional de alimentos, partiendo de las necesidades biológicas ideales.
3. Principios políticos de la alimentación: a) Política internacional y alimentos; b) Fundamentos generales de la política alimentaria argentina; c) Diferencia entre comer y alimentarse; d) Posibilidades de producción de alimentos en el mundo y en la Argentina.
4. Fases para el reordenamiento alimentario de la argentina: a) La carne y el trigo, régimen unilateral de la dieta argentina; b) Errores de alimentación típicamente argentinos; c) La alimentación excesiva con carne y sus consecuencias.
5. Significado universal de la producción y consumo de alimentos: a) La actividad orgánica humana es la transformación de los alimentos extraídos por el hombre de la tierra, captando la energía del sol, el agua y el aire; b) La energía de los alimentos, luego de producir las obras y los actos del hombre retorna a su fuente de origen; c) La economía y la industria, la civilización y la cultura, esfuerzos del hombre para retener la energía alimentaria antes de su retorno; d) Como toda fuente de energía natural, los alimentos deben estar al servicio del perfeccionamiento social y de la dignidad humana; e) Excedentes y superproducción frente al hambre y la miseria de millones de seres humanos por falta de organización económico-social.
Fuente: Libro \»Perón, 1949. Discursos, mensajes, correspondencia y escritos. Partes I\», Biblioteca del Congreso de la Nación