Ha partido un querido y fraterno compañero el Dr. Ricardo Obregón Cano

El 20 de junio estuvimos al pie del ataúd que guarda los restos del Dr. Obregón Cano, fallecido el día anterior,  hombre que formó parte de la Comisión Nacional Permanente de Homenaje el Teniente General Juan Domingo Perón y tuvo diversos cargos en su larga vida que desempeñó con honor y vocación de servicio al pueblo que lo había elegido.

Fue Senador por Río Cuarto, tierra que lo vió nacer, y Presidente del Bloque de Senadores, reelecto en dos oportunidades hasta que renunció a su Banca para asumir como Ministro de Gobierno de Raúl Lucini, en 1954. Estuvo detenido durante el golpe de Estado de 1955 y fue candidato a Diputado en las elecciones de 1964, aunque él públicamente había adherido al “voto en blanco” en ese triunfo, inmediatamente anulado por el Dr. Arturo Frondizi.

El 11 de marzo de 1973 fue elegido Gobernador de la Provincia de Córdoba compartiendo la fórmula con Atilio López. Al asumir, el 25 de mayo, en su discurso convocó a todo el pueblo de la Provincia «sin distinción de ideas políticas» y dijo que la Unión Cívica Radical debía actuar como adversario legítimo para «actuar como control y fiscalización» del Gobierno que comenzaba. Un golpe interno de la Policía de la provincia recordado como “el navarrazo”, lo depuso de su cargo y lo detuvo junto a su vice, a todos sus ministros y a su hijo.

Serias dificultades se le presentaron a hombres que tenían una visión revolucionaria para con la sociedad argentina y Obregón Cano que representaba a la Provincia de Córdoba tuvo graves conflictos para poder desarrollar este pensamiento de servicio a una noble causa como ha sido y seguirá siendo el Peronismo por mucho tiempo, a entender de este Instituto Nacional, como un camino hacia la igualdad de oportunidad y la Justicia Social para todos.

Don Ricardo partió al exilio en agosto de 1974 (Atilio López fue asesinado por la triple A al mes siguiente) y con el retorno a la Democracia, volvió a la Argentina,  regresó a su patria, el 20 de diciembre de 1983 y fue detenido de inmediato, porque apenas tres días de asumir la Presidencia, Alfonsín firmó el decreto 157 por el cual instruyó al Procurador General de la Nación para acusarlo siendo detenido y mantenido preso por cuatro años, hasta diciembre de 1987, basándose la acusación en su contra en otras formuladas antes —durante la dictadura— por los servicios de información de las Fuerzas Armadas, por el Servicio de Informaciones del Estado, SIDE, de la Policía Federal, de las policías provinciales, de las guarniciones militares y de todos los gobiernos de provincia de la dictadura, cuyas “pruebas” fueron en la mayoría de los casos artículos de prensa anónima o firmados con pseudónimos, mensajes anónimos y comunicados apócrifos.

Un periodista mexicano que lo visitó antes de su libertad, le preguntó cómo estaba en esa cárcel a lo que Don Ricardo contestó: “Como un delincuente común”. “Es una celda de metro 80 por metro 80, con un camastro de cemento pegado al muro y un agujero en el piso como sanitario”. No tiene medida el encarcelamiento con que mis enemigos y adversarios políticos me han perseguido a lo largo de casi 40 años de vida política. Sufrí la destitución por la violencia de los cargos para los cuales había sido elegido; fui a prisión en reiteradas oportunidades; conocí el exilio por casi diez años; se secuestró a miembros de mi familia como represalia en mi contra; se confiscaron una y otra vez mis modestos bienes; se asesinó a algunos de mis más íntimos y queridos amigos y compañeros de lucha, simbolizados en quien me acompañara como vicegobernador de Córdoba: el compañero Atilio López”.

Nada de esto dejó en este hombre tan noble ni resentimientos ni defecciones. Siempre fue un caballero, con compañeros y adversarios, y su bonhomía y sencillez lo caracterizaron hasta el final.

Obregón Cano fue sobre todo para quien esto subscribe un hermano en la lucha, en los ideales y en los afectos. Tuvimos el gusto de compartir con él muchas horas tanto cuando nos visitaba en el Instituto Nacional como cuando nos corrimos hasta su casa en un par de oportunidades a abrazarlo y llevarle el afecto de la Comisión Nacional. Le realizamos un homenaje, plaqueta por medio, en donde ha quedado el testimonio para sus descendientes, hijos y nietos, del enorme afecto y el agradecimiento por su gran trayectoria dentro del Peronismo y su aporte a nuestro pueblo.

Como un homenaje póstumo rogamos a Dios por el descanso eterno de su alma,  que bien merecido lo tiene. Solo resta agradecer y de algún lugar del cielo Ricardo estará, sin duda, recibiendo este gesto formal que tenemos las mujeres y los hombres de nuestro Movimiento que no lo vamos a olvidar y que por el contrario consideramos que su vida es un ejemplo a seguir.

Gracias Ricardo por todo  lo que hiciste por el Peronismo y te abrazamos hasta el momento de un encuentro definitivo.

LORENZO A. PEPE
Diputado de la Naciòn
Secretario General
Ad-Honorem

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