Una hermosa historia contada por alguien que participo en el conflicto en Malvinas contra Gran Bretaña . Publicado por un matutino el día 01/04 próximo pasado, y firmado por el periodista Daniel Balmaceda.
El Regimiento de Infantería Mecanizada 7 Coronel Conde fue un valiente protagonista de las jornadas decisivas en la Guerra de Malvinas. Durante la noche del 13 al 14 de junio sus trincheras fueron acribilladas por las baterías enemigas. Se estima que nuestros soldados recibieron la descarga de unas 6000 balas. El Regimiento 7 perdió 36 hombres en el campo de batalla. Los heridos fueron 152.
Cuando era inminente el desenlace, el jefe del regimiento, teniente coronel Omar Giménez, propuso a los oficiales enterrar la bandera para que no quedara en poder del enemigo. De inmediato se cumplió la orden. Pero dos jóvenes tenientes, Jorge Guidobono y Miguel Cargnel (los dos habían dado muestras de valor en el combate), se presentaron ante Giménez. En medio de la lluvia de balas plantearon su inquietud: el pabellón nacional no debía estar bajo tierra ni tampoco podía entregarse al enemigo. El jefe dio el visto bueno. Desenterraron la bandera, quitaron el plástico que la cubría, la desarmaron y distribuyeron las partes (el paño, la corbata, cinco distinciones y tres medallas) entre varios oficiales y suboficiales.
De la bandera se encargó el teniente Guidobono. De la corbata, Cargnel. El teniente Roberto Colom escondió una distinción en su bota. El mayor Carlos Carrizo Salvadores colocó una debajo de su cinturón, el subteniente Alfredo Luque puso otra en su guante. Así fueron ocultando los fragmentos, adosándolos con cinta adhesiva.
Terminó el combate. El grueso de los soldados fue transportado de inmediato en el buque Canberra rumbo al continente. Pero algunos hombres quedaron en las islas. Cargnel (paracaidista) y Guidobono (jefe de Comunicaciones) fueron llevados en helicóptero a San Carlos y separados del resto de sus camaradas.
Durante 15 días los mantuvieron prisioneros dentro de un frigorífico. Guidobono, con la bandera envuelta en el torso, se las ingenió para no ser descubierto en el cacheo. Luego los embarcaron y pasaron otros 15 días a bordo, sin zarpar. Entonces ocurrió algo inesperado. Los prisioneros fueron obligados a desnudarse. A pesar de que Guidobono quiso disimularlo, un soldado enemigo descubrió la bandera. Le ordenó que la entregara. El teniente se negó. El soldado gritó su orden nuevamente. Guidobono, con calma, respondió que no entregaba la bandera. La tensión se percibía y en medio de ese silencio eterno, el guardia cargó su fusil.
Alarmado por los gritos, un oficial enemigo se acercó e intentó convencer al teniente argentino de que entregara el paño. Guidobono movía la cabeza negando como un empecinado: la bandera no se entregaba. El oficial pareció comprender que podía generarse una situación incontrolable. Allí terminó el episodio. Todas las partes del pabellón se reunieron en Buenos Aires.
Hoy, la bandera de guerra del glorioso Regimiento 7 se conserva en la sala histórica del cuartel, en la localidad Arana, vecina a La Plata.
Cada 11 de junio, la bandera veterana de Malvinas desfila ante las nuevas generaciones de soldados..