La revolución del 9 de junio de 1956 comenzó a gestarse a partir del golpe de estado de septiembre del año anterior cuando varios militares peronistas, fueron detenidos y alojados en barcos a pocos kilómetros del puerto de Buenos Aires. Tanco, Cortines,
Anzorena, Cogorno, Fernando González, su cuñado y el general Juan José Valle, entre otros.
De a poco fueron dejados en libertad y, frente a las tropelías de la dictadura militar, comenzaron a reunirse con civiles, algunos sindicalistas como Framini y Tolosa, creando el Movimiento de Recuperación Nacional, animados por un ideal: el retorno a la democracia y a la soberanía nacional, desalojando del poder a “una minoría despótica, sostenida por el terror y la violencia”.
La revolución se puso en marcha con una jefatura militar bajo el mando del general Juan José Valle y una civil a cargo de Andrés Framini.
El estallido revolucionario fue fijado para el día sábado 9 de junio a las 11 de la noche en que se lanzaría la proclama.
El 10 de junio, antes de las 5 de la mañana, en la Regional Lanús de la Policía de la provincia de Buenos Aires, después de haber sido detenidos en la Escuela Industrial de Avellaneda cuando trataban de hacer funcionar un transmisor, son asesinados, uno cada 20 minutos, previo interrogatorio: José Albino Irigoyen, Jorge Miguel Costales, Dante Hipólito Lugo, Clemente Braulio Ros, Norberto Ros y Osvaldo Alberto Albedro.
En la madrugada del mismo día, a las 5.30, desde la unidad Regional San Martín de la Policía de la provincia de Buenos Aires, un grupo de civiles es llevado a los Basurales de José León Suárez. Habían sido detenidos en la casa de Juan Torres en Florida, mientras escuchaban la pelea de Lausse, esperando que apareciera la marcha de San Lorenzo y la lectura de la proclama revolucionaria para salir. Los hacen caminar y los balean desde atrás. Son asesinados: Carlos Lizaso, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Vicente Rodriguez y Mario Brion.
En La Plata, el mismo 10 de junio, frente al Comando de Segunda División cae Ramón Raúl Videla y son heridos Rolando Zanetta y Carlos Yrigoyen que más tarde mueren en el Instituto Médico General San Martín. El 11 de junio, en La Plata, en el Regimiento 7 de Infantería, es fusilado el Tte. Cnel Oscar Cogorno (lo habían detenido camino a General Belgrano, llevado en helicóptero a La Plata e interrogado en la Jefatura de Policía.
El 12 de junio al mediodía retiran del Hospital y llevan al campo de adiestramiento de perros de la Policía Bonaerense en donde fusilan, al subteniente de Reserva Alberto Abadie.
El 11 de junio en Campo de Mayo, después de que el Consejo de Guerra Especial juzgó “No ha lugar la pena de muerte”, por orden del Ejecutivo, son fusilados: Eduardo Cortines, Néstor Dardo Cano, Ricardo Ibazeta, Eloy Caro, Leopoldo Noriega y Néstor Videla.
En la Escuela de Mecánica del Ejército, sin juicio, sobre la pared que da a la calle Pichincha, son fusilados: Ernesto Gareca, Miguel Angel Paolini, José Miguel Rodríguez y Hugo Quiroga.
Frente al Automóvil Club de Palermo, los revolucionarios son recibidos con el fuego de la División Montada de la Policía Federal. Miguel Angel Mauriño, amputadas las dos piernas y un brazo, posteriormente interrogado, muere el 13 a consecuencia de las heridas.
En la Penitenciaría Nacional de la avenida Las Heras, el 11 de junio caen fusilados: Isauro Costa, Luis Pugnetti y Luciano Isaías Rojas. El 12 de junio a las 22.00 hs. es fusilado el general de División Juan José Valle después de haber sido derogada la Ley Marcial.
Su hija Susana de 18 años, le pregunta porqué se había entregado y el general Valle le contesta “porque no podría con honor mirar a la cara a las esposas y madres de mis soldados asesinados.”
En un mensaje grabado en Caracas en 1958, el general Perón dijo:
“El general Valle y los héroes que con él cayeron, jamás serán olvidados ni redimida la gratitud que debemos a sus deudos. Como no será olvidado ninguno de los que hallaron muerte o sufrieron cárceles, exilio y torturas, defendiendo los ideales reivindicadores del peronismo. Todos ellos estarán permanentemente en nuestro recuerdo, retemplando con su ejemplo viril las fuerzas inagotables del Movimiento.”