El 24 de marzo de 1976, escuchamos, con espanto, la proclama firmada por los comandantes de las tres Fuerzas: el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y del brigadier Orlando Agosti anunciando el inicio del Proceso de Reorganización Nacional.
La Presidenta de la Nación, detenida; caducidad de todas las autoridades del Ejecutivo, disolución del Congreso Nacional y de las legislaturas provinciales, de los partidos políticos, de las 62 Organizaciones; remoción de los miembros de la Corte Suprema, intervención de la CGT…
El día comenzó con la detención de miembros del Ejecutivo, Legisladores, dirigentes gremiales, delegados estudiantiles; el Acta de Responsabilidad Institucional dio paso a la pérdida de derechos políticos y gremiales, a la inhabilitación para ejercer cargos, a ejercer la profesión, por considerar que habían perjudicado a la Nación
La represión sangrienta que desató la Junta Militar ayudó tanto a disuadir opositores como a someter económicamente a la Argentina.
El gobierno de la Dictadura encarceló y asesinó a miles de argentinos y esta vez agregó un horror mayor: secuestró familias enteras apropiándose de los hijos y se los robó sustituyendo su identidad. Para silenciar su accionar delictivo, no detenían a las personas legalmente sino que las hacían desaparecer. Como si no fuera suficiente, perseguían y asesinaban a los familiares de los detenidos.
El del robo de bebés, asombró al mundo entero. Hasta las guerras tienen ciertos límites éticos y jamás se había vivido algo semejante.
De a poco, todo se supo de los campos clandestinos de detención, la tortura y el asesinato. Hoy están siendo juzgados por las aberraciones cometidas, disfrutan de los beneficios de la Democracia y se amparan en ella para sostener el peor de los crímenes: no dicen dónde están los chicos que se robaron, a quién se los regalaron secuestrándolos. Sus familias, los buscan llenas de valor y esperanza, desde hace hoy, 38 años.
LORENZO A. PEPE
Diputado de la Nación (m.c)
Secretario General
Ad-Honorem